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Bolivia: La Pelota no Dobla; ¿La Política sí?

Alguna vez alguien dijo que el problema en las alturas de Bolivia era que la pelota no doblaba, lo que hacía difícil a los equipos de futbol no adaptados a la altura, el jugar allí. Pero luego de casi 20 años de izquierda gobernando el paìs, la pelota política parece dispuesta a doblar hacia la derecha.

Bolivia: La Pelota no Dobla; ¿La Política sí?

Alguna vez alguien dijo que el problema en las alturas de Bolivia era que la pelota no doblaba, lo que hacía difícil a los equipos de futbol no adaptados a la altura, el jugar allí. Pero luego de casi 20 años de izquierda gobernando el paìs, la pelota política parece dispuesta a doblar hacia la derecha.

 

Por Humberto Benedetto 

Parlamentario del Mercosur (M.C.)

 

     A menos de un mes de las elecciones presidenciales en Bolivia, el país atraviesa una de las coyunturas más complejas de su historia reciente. La combinación de crisis económica, fragmentación política y judicialización del proceso electoral ha generado un escenario de alta incertidumbre, donde la posibilidad de un retorno de la derecha al poder aparece como una consecuencia directa de un modelo agotado ya que, según las encuestas, pareciera que la disputa en una segura segunda vuelta seria entre dos expresiones de centro derecha, dejando a las izquierdas divididas y en lugares no acostumbrados

La inhabilitación de Evo Morales como candidato, ratificada por el Tribunal Constitucional Plurinacional, marcó el quiebre definitivo del Movimiento al Socialismo (MAS), que hoy se presenta dividido entre partidarios de Evo Morales y entre los seguidores del actual Presidente Arce. Esta fractura debilitó al oficialismo y dejó al electorado de izquierda sin una figura aglutinante.

Simultáneamente, Bolivia enfrenta una crisis económica profunda: inflación acumulada del 15%, reservas internacionales por debajo de los US$2.000 millones, escasez de combustibles y caída de exportaciones de gas. La falta de divisas ha generado un mercado paralelo del dólar, mientras el Estado importa el 90% del diésel que consume, vendiéndolo a pérdida.

Este deterioro económico, sumado a la pérdida de confianza institucional, ha erosionado el capital político del MAS y abierto espacio para discursos de orden, eficiencia y ajuste fiscal promovidos por candidatos de centroderecha como Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga.

La elección del 17 de agosto podría marcar el fin de dos décadas de hegemonía del MAS. Si ningún candidato supera el 50% o el 40% con 10 puntos de diferencia, habrá segunda vuelta el 20 de octubre, y todo indica que dos candidatos de derecha podrían disputarla.

Este giro político tendría implicancias profundas:

- Reconfiguración del modelo económico: se propone cerrar empresas públicas deficitarias, eliminar subsidios y atraer inversión extranjera.

- Redefinición del Estado Plurinacional: sectores indígenas temen que se desmantele el marco constitucional que garantiza sus derechos colectivos.

- Alineamiento internacional: Bolivia podría alejarse de bloques como ALBA y acercarse a la Alianza del Pacífico y organismos multilaterales.

Pero también hay riesgos: la desregulación abrupta podría generar conflictos sociales, especialmente en regiones como el Chapare, bastión histórico del MAS. La fragmentación del Parlamento augura una gobernabilidad difícil, con negociaciones intensas y posibles bloqueos legislativos.

Bolivia llega a estas elecciones con heridas abiertas y desafíos estructurales. La crisis económica no es solo coyuntural: revela la falta de diversificación productiva, la dependencia del gas y la debilidad institucional. El agotamiento del modelo estatista no garantiza que el giro liberal sea la solución, pero sí marca un cambio de época.

La clave estará en si el nuevo gobierno —sea cual sea su signo— logra construir consensos duraderos, respetar la pluralidad social y encarar reformas con equidad territorial. Porque más allá de los resultados, Bolivia necesita recuperar la confianza en sus instituciones y en su futuro e intentar encontrar una línea intermedia donde la pelota llegue al arco de la prosperidad y no doble en el camino.

 

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