
"La Armonía del Tao del ahorro, y el confucionismo del neocomercio, con los Trump-aranceles y la inversión en deuda pública de EE. UU" y UE.
Dice el Tao Te Ching que "el que sabe contentarse con poco, siempre tendrá suficiente".
Por Javier Pertierra
Dice el Tao Te Ching que "el que sabe contentarse con poco, siempre tendrá suficiente". Pero parece que el pueblo chino reforzó, en estos tiempos la frase: “el que guarda mucho, nunca pasa necesidades” … Y así, en vez de llenar la nevera de ocio-experiencias llenaron sus cuentas dinerarias con las exportaciones. Y las nuestras, con una UE firmando una tregua del 15% entre amigos que siempre encuentran algo por lo que discutir, últimamente.
Porque si algo define al ciudadano medio de la República Popular China es su admirable capacidad de ahorrar, su extraordinario talento para el comercio… y su misteriosa afición por comprar deuda pública estadounidense, que ya acumulan como quien colecciona estampitas.
¿Una contradicción taoísta? Al contrario. Una profunda coherencia cultural y económica que merece análisis. Vayamos por partes, pequeños lectores saltamontes.
El taoísmo no es una religión, ni una filosofía occidental, ni una ideología: es una forma de estar en el mundo. De prever el desarrollo de esa realidad. Basada en la armonía con el Tao —ese principio universal, inefable, que lo equilibra todo—, invita a dejar de resistir el flujo de la vida. Y ahí está la clave: observar, adaptarse, fluir, no derrochar energía.
Y si lo pensamos bien, ¿qué es ahorrar sino postergar el gasto, evitar el exceso y preparar el equilibrio futuro? El taoísmo nunca dijo "trabaja 12 horas en una fábrica de Shenzhen", pero sí sembró un imaginario cultural donde el sacrificio presente por el orden futuro se valora más que el disfrute inmediato. ¿Hedonismo? No, gracias. Mejor un fondo de inversión, aunque la fopñomacia, sobre todo la europea, suele medirse en porcentajes.
Claro, el taoísmo flota… pero el confucianismo manda. Honra a tus ancestros, trabajo, jerarquía y oren. Y en la práctica cotidiana, la cultura china combina ambos: el espíritu del río taoísta y la disciplina de la muralla confuciana.
Confucio enseñó que el orden comienza en casa: familia, obediencia, jerarquía, trabajo, ahorro, respeto a los ancestros. En un país donde la seguridad social aún es frágil y las pensiones pueden parecer un chiste mal contado, el ahorro no es una opción: es una obligación moral y familiar. A eso súmale décadas de política del hijo único: menos hijos para cuidar de más mayores. Resultado: todas las generaciones ahorrando a la vez. No es una economía: es una alcancía - una hucha- gigante.
No olvidemos que los chinos inventaron el billete, el papel moneda. También la pólvora, la imprenta y la porcelana, pero en lo de crear valor con papel tienen una experiencia milenaria. Son comerciantes de alma e inversionista de cartera. Cuanto más se fortalezca el dólar más dinero tienen.
¡Ya saben de finanzas planificadas!
Hoy, China es la gran exportadora del planeta. Vende de todo: desde puentes hasta palillos, desde baterías eléctricas hasta submarinos. Produce mucho más de lo que consume, y ese superávit comercial no se gasta en lujos: se invierte, y sobre todo se reinvierte… en bonos del Tesoro de EE. UU. Cuanto más fuerte esté el dólar más deuda tienen. ¡¿Más dinero fácil gana financieramente?!
¿Por qué? Porque a pesar de todos los conflictos diplomáticos, guerras comerciales y discusiones ideológicas, el dólar sigue siendo el Tao del sistema financiero global. Y China, que no cree en revoluciones emocionales sino en estrategia a largo plazo, prefiere comprar la deuda del enemigo antes que discutir con él. A fin de cuentas, si Washington debe más de un billón de dólares a Pekín… ¿quién depende de quién?
Y les gusta el juego porque tocan el "vil metal". Está claro que les gusta multiplicar los ahorros. Y la maoista teoría de los juegos. China es una de las potencias mundiales del juego online, las apuestas deportivas y las criptomonedas (cuando el gobierno lo permite). Pero atención: el juego como entretenimiento, sí. El juego como gestión de ahorros, no tanto.
El ahorrador chino no invierte a lo loco. Apuesta en inmobiliaria, en deuda soberana extranjera, en oro, y sí, también en empresas de tecnología… pero con un cálculo casi zen. El riesgo es algo que se gestiona. No se adora.
En resumen: mientras EE. UU. gasta, imprime dólares y se endeuda, China produce, guarda y compra la deuda del otro. ¿Equilibra el Yin y el Yang? Uno se lanza al precipicio y el otro le vende la cuerda. Y eso, más que guerra fría, parece una coreografía cósmica. El capitalismo sin frenos del oeste, frente al capitalismo planificado del este.
Y aquí es donde el Tao sonríe en silencio, viendo cómo el flujo del dinero revela lo mismo que las aguas de un río: quién nada contracorriente y quién aprendió a flotar.
Así que la próxima vez que te preguntes por qué China tiene tanta deuda de EE. UU., o por qué ahorran más que gastan, recuerda que no es solo una estrategia financiera. Es una forma de ver la vida. Y comer arroz. De cuidar a los suyos. De sobrevivir a milenios de imperios, hambrunas, dinastías y globalizaciones. Es, en fin, el Tao del ahorro.
Y tú, ¿qué harás con tu próximo euro? ¿Te lo gastarás en un capricho ante esta danza transatlántica de " esta orillita" de concesiones y camaradería?… o te lo guardarás para comprar un trocito de m², letras del Tesoro, Oro o criptos?
¡Que "el Tao" te acompañe y Confucio te arrope!
¡Viva Fumanchú!