
Tomo y Obligo
Alguna vez el gran Carlos Gardel cantó en su gira por EE.UU. un tango que hablaba de alguien que obligaba a un semejante a tomar alcohol a fin de olvidar sus tristezas.

Editorial por Humberto Benedetto
Parlamentario del Mercosur (M.C:)
Muchos años después, Donald Trump parafrasea dicho tango diciendo arancelo y obligo, como una manera de olvidar las penurias que el libre comercio provocara a los Estados Unidos según su punto de vista.
La reciente ola de medidas arancelarias impuestas por el gobierno de Estados Unidos ha puesto al Mercosur ante una disyuntiva histórica: resistir como bloque unido o redefinir su vocación comercial en un mundo donde el proteccionismo gana terreno. ¿Qué significa esto para la región y cómo pueden responder sus miembros?
Desde el regreso de políticas arancelarias agresivas por parte de Washington, sectores clave en países del Mercosur han comenzado a sentir el impacto. El acero brasileño, por ejemplo, enfrenta aranceles de hasta el 25%, lo que amenaza exportaciones que en 2024 superaron los 5.700 millones de dólares. Mientras tanto, Paraguay ve peligrar sus avances en el mercado cárnico estadounidense, y Argentina suma incertidumbre en energía y agroindustria.
Según cifras del Ministerio de Industria de Brasil, “la pérdida de competitividad podría traducirse en la caída del 30% de las exportaciones metalúrgicas en 2025”. Un golpe directo para un país que representa el 70% del PIB del Mercosur.
La respuesta de los países miembros ha sido desigual. Mientras Argentina, bajo la presidencia de Javier Milei, busca acuerdos bilaterales con EE.UU., Brasil adopta una postura cauta, defendiendo el Arancel Externo Común (AEC). Uruguay y Paraguay, por su parte, aprovechan las grietas para explorar alianzas con Asia y Oriente Medio.
La fragmentación amenaza el carácter de unión aduanera que ha definido al Mercosur desde su creación en 1991.
Ante las tensiones con EE.UU., el bloque busca profundizar acuerdos con la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos. Además, la guerra comercial entre EE.UU. y China podría abrir espacios en Asia para los productos sudamericanos.
La presidencia pro tempore de Brasil ya anunció avances con la UE, y el canciller Mauro Vieira indicó que “2025 será clave para la firma de acuerdos que redefinan la inserción internacional del Mercosur”.
El Mercosur enfrenta una prueba de fuego. Las políticas arancelarias de Estados Unidos no solo afectan los flujos comerciales: desafían la lógica de integración regional, cuestionan la solidaridad entre socios y obligan a repensar el modelo institucional. Adaptarse o estancarse. Fortalecer la unidad o ceder ante intereses individuales.
El Tomo y obligo de Trump marca un ritmo que no todos los miembros del Mercosur podrán bailar de la misma manera, ya que el tango se baila de a dos, pero el Mercosur aun es un baile de cuatro.